sábado, 20 de mayo de 2017

HOY EN EMOCIONARTE... EL MIEDO AL FRACASO


Buenas noches compañeros/as, ésta semana que entra es la última en la que tendremos que examinarnos (al menos por el momento) y a día de hoy y después de llevar toda una vida, desde el colegio, haciendo exámenes me sigo preguntando: ¿Por qué nos provoca un miedo tan extremo el hecho de examinarnos? Pues bien os confieso que yo retengo mejor la información cuando no me examinan de ésta, porque trato de comprender las cosas y no de memorizarlas, por tanto mi interés real sobre los conocimientos aumentan. Creo que desde pequeños tratan de acostumbrarnos a la presión, el agobio, las calificaciones numéricas y el hecho de poner un número al esfuerzo realizado durante todo un curso, mediante una prueba escrita en la cual no plasmamos ni el 20% de lo que hemos aprendido.

Pienso que realmente los exámenes me dan auténtica fobia. El protocolo de; entrar en el aula, separar las mesas, mantener el silencio, tener una hoja y mirar solo hacia ésta, hace que mi inseguridad aumente hasta el punto de que me suden y tiemblen  las manos, que tenga ganas de vomitar o que me olvide de todo lo que me sabía una hora antes de entrar en el aula.
Este tipo de enseñanza “prehistórica” me parece totalmente fuera de lugar, ya que durante el curso todos los profesores nos hablan de la motivación que debemos transmitir a nuestros futuros alumnos y que debemos respetarles y tratar de no calificar su esfuerzo con un absurdo número, pero llegada la hora de la verdad ellos siguen poniéndonos esos exámenes que nos hacen pasar meses de estrés y de replantearnos muchas cosas. 
He visto a gente “quedarse en el camino” y no lograr terminar el instituto o la universidad porque sus nervios les traicionaban a la hora de examinarse, a pesar de ser, personas con ganas de aprender y comprender cada asignatura. Esto último me parece realmente triste, pues en muchas ocasiones, los exámenes los aprueban aquellas personas que sí que se desenvuelven bien ante el tipo test, por ejemplo, o que con leerlo una vez ya son capaces de plasmarlo, aunque tras el examen se les olvide.
No sé porque  nos cuestionamos el porqué del fracaso escolar o a la frustración, por no hablar del famoso TDH (en mi opinión inexistente), si ya desde primaria a los niños les hacen sentir más o menos listos en función de cómo les salgan los exámenes, haciendo que su nivel de estrés sea constante y que su autoestima disminuya y el miedo aumente. Por otro lado están los padres, exigentes como los que más con respecto a las calificaciones numéricas de sus hijos, sin darse cuenta de que atosigando de esa manera solo consiguen que el niño no se sienta valorado o se crea que es torpe o menos listo. Todo parece una cadena de montaje, en la que como siempre las emociones han de quedar fuera, y es ahí donde brilla por su ausencia la calidad humana. No entiendo en que momento nos hemos vuelto tan “locos” con el tema de las calificaciones, como hemos podido llegar a pensar que el esfuerzo, la perseverancia o la inteligencia se mide dentro de unos parámetros del uno al diez, sin tener en cuenta todo lo que rodea a esa adquisición de conocimientos y sin incentivar lo más mínimo un interés real por aprender.


En un “democrático” S.XXI seguimos utilizando una vara de medir desmesurada y antiquísima, tratando de crear niños tipo y robando la inocencia y la infancia a todos aquellos niños que se sienten menos listos por tener menos calificación. Seguimos centrándonos en “¿Qué has sacado?” en vez de “¿Qué has aprendido?”, quitando valor a lo que debería representar la escuela (templo de saber y  de las oportunidades de descubrir), tal vez algún día introduzcamos las emociones en el aula, desde infantil, y dejemos de un lado las calificaciones numéricas y los densos y duros exámenes, que tanta frustración generan.

Cristina Díaz Pescador

1 comentario:

  1. Cristina, estoy muy de acuerdo y lo más tremendo es justamente esta contradicción en el sistema, lo que se dice que es bueno y lo que se hace luego

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