domingo, 14 de mayo de 2017

HOY EN EMOCIONARTE... LA INCLUSIÓN SIEMPRE ES LA SOLUCIÓN


El pasado mes de diciembre uno de nuestros profesores, de la universidad Autónoma,  nos propuso participar en un proyecto de integración social y sin pensármelo me apunte junto con cuatro compañeras de clase, que decidieron finalmente hacerlo sobre otros ámbitos.
En esta entrada voy a explicaros en que ha consistido el proyecto y a animaros para que participéis en él o en otros diferentes más adelante. El proyecto como tal es denominado ApS (aprendizaje y servicio) y en él  salen favorecidas las dos partes: los que ayudan a otros (al sentir satisfacción, aprender algo nuevo y comprender mejor determinadas situaciones sociales) y los que son ayudados (al no sentirse solos, sentirse integrados en la sociedad y valorados). Este tipo de servicio lleva muchos años llevándose a cabo y su origen dentro de las universidades se inició en Estados Unidos.

Un ejemplo claro de Aps sería el siguiente: Si un grupo de estudiantes, por ejemplo de química, recogen residuos de determinadas zonas, los llevan al laboratorio, los estudian y sacan en conclusión lo perjudiciales de estos y tras ello regresan a la zona de recogida, para advertir a los vecinos de la gravedad de dichos residuos y la manera de evitar que estos se acumulen allí; entonces estarán dando un servicio a la comunidad, al recoger dichos residuos y posteriormente estarán aprendiendo, entre otras cosas, las consecuencias y componentes de dichos residuos, avisando además a los vecinos.

Mi labor en este proyecto de ApS, en un principio, era el de dar clases de español a mujeres y a hombres provenientes de otros países (que desconocen el idioma y la cultura). Lo cierto es que los días previos al comienzo de estas clases los nervios estaban a flor de piel y aunque me considere una persona tolerante, los prejuicios habían calado tanto en mí que pensaba que al ser yo de diferente cultura a la de ellos no resultaría sencillo que tuviesen confianza en mí. Las clases las realizaba en la localidad de Leganés, donde se imparte español en varios centros a todas aquellas personas que quieran o que lo necesiten.

Desde el primer día todo fue más que bien. Las mujeres me aceptaron como a una más y se me permitió dar las clases utilizando la metodología que más adecuada considerase. A nivel académico he realizado un aprendizaje brutal, pues he sido capaz de llevar parte de mis conocimientos teóricos al aula y de darme cuenta de que la mayor parte de la teoría que se estudia en la carrera no se asemeja a la realidad.
 Las mujeres eran mayores de veinticinco años y cada una tenía una edad diferente. Desde el primer día las mesas se dispusieron en círculo y en ningún momento me senté en una mesa diferente a la de ellas, es decir, siempre me sentaba en el mismo circulo en que ellas se sentaban y cada día alternaba mi sitio.

El hecho de hablar con ellas (el primer día) y que me dijesen en que creían que “fallaban más” o que les resultaba más difícil del español, cuando salían a la calle me resultó realmente útil. En pocos días cogimos muchísima confianza y eso nos permitió avanzar en los diferentes aprendizajes. La gramática, lectura y escritura es importante, pero en un principio decidí centrarme en que supiesen desenvolverse en situaciones cotidianas, como: ir al médico (saber qué tipos de médico había, como pedir cita, como ir a urgencias…), hablar con los profesores de sus hijos e hijas o ir a la compra. Para ésto último hice uso del teatro como medio de adquisición de conocimientos y fue muy eficaz para que entendiesen e interiorizasen mejor los conceptos.

He descubierto que ésta cultura no es en absoluto lo que nos cuentan y que la fortaleza de estas mujeres es tal, que saltan cualquier barrera con tal de superarse. Es muy duro ver la realidad en la que vive la mayoría, pero cuando se cierra la puerta de la clase y el ambiente se vuelve cálido y familiar, se relajan, hablan de lo que quieren sin miedo a ser juzgada y muestran su interés por aprenderlo todo. La mayoría van a clase con sus hijos (si estos son menores de tres años), con lo que has de estar pendiente de ellas y de entretener a los niños (con actividades lúdicas y de aprendizaje) para que las madres pudiesen aprender y atender, sin estar pendientes de los niños.


(Grupo reducido durante la clase de español)

Sin duda, la motivación (además de la confianza) es el componente principal para que todo fluya, pues los aprendizajes son muy lentos y los resultados se van viendo muy a poco a poco, con lo que hay que persistir y mostrar lo listas que son y el esfuerzo que hacen en cada momento. Hemos de tener en cuenta que éstas mujeres llevan (la mayoría) viviendo en España más de diez años y que en ese tiempo no han sabido hablar y entender nada de español, y las limitaciones y aislamiento que ello ha conllevado ya que tareas tan simples como leer una carta, encontrar una calle, salir fuera de casa o hacer la compra (solas) les ha sido imposible. Las mujeres de mayor edad me contaban que en Marruecos no pudieron ir a la escuela porque las personas que vivían en los pueblos debían caminar horas para llegar a estas y que se quedaban en su casa haciendo las tareas del hogar, con lo que hay muchas que son analfabetas en su propia lengua.

Su generosidad y respeto está siempre presente. Cuando comienzan las clases nos damos tres besos y los buenos días y cuando terminan nos agarramos todas y nos damos las gracias por haber ido y por habernos escuchado, pues la escucha está siempre presente y en el momento en que alguna parece que se queda “atrás” es ayudada entre todas.


El pasado viernes doce de Mayo las entregué oficialmente los diplomas (junto con las otras monitoras que hicieron lo mismo con sus grupos),  y cuando subieron al escenario a recogerlos, me agarraron con fuerza como si ese vínculo que habíamos formado día a día estuviese a punto de romperse, y sinceramente me sentí desorientada al pensar que tan solo queda una clase, la última en la que veré a las que han sido mi familia en estos últimos meses.


                                                            (Fotografía tomada el día de la entrega de diplomas)

Os aseguro que aunque os parezca exagerado, me han dado una gran lección de vida y es que por lo general los europeos nos consideramos las personas más íntegras y cabales cuando no es así. Me han enseñado que cuando menos tienes más valoras la vida y tienes  más capacidad de empatía y de amor hacia todo. Me han enseñado que el mejor regalo es entregar tu tiempo a alguien que te valora y te hace feliz, como ellas, y que por desgracia (en este caso) una sola de estas mujeres es capaz de hacer en un solo día una cantidad de cosas impensables para nosotros.

(Acto en el Parque del Retiro llevado a cabo por la alcaldesa de Madrid, sobre ApS)

(Ponencias de los profesores de las universidades de la Comunidad de Madrid en el Parque el Retiro, hablando del proyecto ApS)

Lo más curioso es que su cultura, a la que tanto se critica en Europa, no dista tanto de la nuestra y que costumbres como el Ramadán sería un equivalente a nuestras navidades o que hay muchas similitudes entre “su dios” y el nuestro. Por otro lado, hemos hecho varios debates sobre temas diversos y con respecto a la igualdad, ellas me preguntaron: “¿Es igualdad que aquí en España los maridos asesinen a sus mujeres y no se tomen medida más duras? o ¿Es igualdad que las mujeres que vistan con ropa corta sean perseguidas y silbadas en la calle? y ¿Es igualdad que si estás embarazada puedan no contratarte o echarte a la calle? ¿Es igualdad que tenga que quitarme el pañuelo si yo quiero llevarlo?” Todo esto me hizo darme cuenta de la razón que llevan y de que nuestra prepotencia nos ha llevado a pensar de manera irrefrenable que todos han de imitarnos, por ser un país subdesarrollado en vez de tratar de cambiar este tipo de situaciones.
  
Y antes de finalizar he de poner de manifiesto mi cabreo e indignación ante un suceso desagradable que ocurrió durante una de las últimas excursiones realizadas este año, en la que se fue a uno de los parques de Madrid. Resultó que la persona encargada de dejar pasar a la gente dentro de dicho parque, no solo puso impedimentos en un principio (al ver que más de cincuenta mujeres con pañuelo y con sus hijos iban allí de excursión) sino que además, una vez dentro (las mujeres) llamó a la policía sin motivo alguno. Este tipo de situaciones ocurre a menudo, con lo que no comprendo que presumamos de ser “modernos” y “desarrollados”, cuando hay personas que se siguen creyendo más que otras por nacer en un lugar u otro.


Puede resultar anecdótico pero los Lunes y Miércoles (días en que estaba con ellas), mis sueños eran muy similares, tranquilizadores y reveladores. Era como si la continuidad no desapareciese nunca y es que realmente así es, las tengo en mi mente constantemente. Las conté lo que hacíamos con los talleres de sueños en la universidad y las pareció algo fascinante pues, ellas no consideran que los sueños solo sean eso, sino que todo está relacionado y que hay que buscarle un por qué a cada cosa que ocurra en ellos.

Finalmente os diré que dos compañeros y yo presentaremos en las Jornadas Doctorales este proyecto y que estáis invitados a saber más sobre él, y hacer las preguntas que queráis, éstas se celebrarán la última semana de Mayo.
Una vez más gracias por leernos y espero que os haya gustado esta entrada.

Cristina Díaz Pescador








1 comentario:

  1. Cristina gracias por compartir, enhorabuena por el trabajo y hermosísimo lo que relatas de la experiencia. También preocupante y revelador de lo mucho que nos queda por recorrer en este país

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