El pasado mes de diciembre uno de nuestros
profesores, de la universidad Autónoma,
nos propuso participar en un proyecto de integración social y sin
pensármelo me apunte junto con cuatro compañeras de clase, que decidieron
finalmente hacerlo sobre otros ámbitos.
En esta entrada voy a explicaros en que ha
consistido el proyecto y a animaros para que participéis en él o en otros
diferentes más adelante. El proyecto como tal es denominado ApS (aprendizaje y
servicio) y en él salen favorecidas las
dos partes: los que ayudan a otros (al sentir satisfacción, aprender algo nuevo
y comprender mejor determinadas situaciones sociales) y los que son ayudados
(al no sentirse solos, sentirse integrados en la sociedad y valorados). Este
tipo de servicio lleva muchos años llevándose a cabo y su origen dentro de las
universidades se inició en Estados Unidos.
Un ejemplo claro de Aps sería el siguiente: Si un
grupo de estudiantes, por ejemplo de química, recogen residuos de determinadas
zonas, los llevan al laboratorio, los estudian y sacan en conclusión lo
perjudiciales de estos y tras ello regresan a la zona de recogida, para
advertir a los vecinos de la gravedad de dichos residuos y la manera de evitar
que estos se acumulen allí; entonces estarán dando un servicio a la comunidad,
al recoger dichos residuos y posteriormente estarán aprendiendo, entre otras
cosas, las consecuencias y componentes de dichos residuos, avisando además a
los vecinos.
Mi labor en este proyecto de ApS, en un principio,
era el de dar clases de español a mujeres y a hombres provenientes de otros
países (que desconocen el idioma y la cultura). Lo cierto es que los días
previos al comienzo de estas clases los nervios estaban a flor de piel y aunque
me considere una persona tolerante, los prejuicios habían calado tanto en mí
que pensaba que al ser yo de diferente cultura a la de ellos no resultaría
sencillo que tuviesen confianza en mí. Las clases las realizaba en la localidad
de Leganés, donde se imparte español en varios centros a todas aquellas
personas que quieran o que lo necesiten.
Desde el primer día todo fue más que bien. Las
mujeres me aceptaron como a una más y se me permitió dar las clases utilizando
la metodología que más adecuada considerase. A nivel académico he realizado un
aprendizaje brutal, pues he sido capaz de llevar parte de mis conocimientos
teóricos al aula y de darme cuenta de que la mayor parte de la teoría que se
estudia en la carrera no se asemeja a la realidad.
Las mujeres
eran mayores de veinticinco años y cada una tenía una edad diferente. Desde el
primer día las mesas se dispusieron en círculo y en ningún momento me senté en
una mesa diferente a la de ellas, es decir, siempre me sentaba en el mismo
circulo en que ellas se sentaban y cada día alternaba mi sitio.
El hecho de hablar con ellas (el primer día) y que
me dijesen en que creían que “fallaban más” o que les resultaba más difícil del
español, cuando salían a la calle me resultó realmente útil. En pocos días
cogimos muchísima confianza y eso nos permitió avanzar en los diferentes
aprendizajes. La gramática, lectura y escritura es importante, pero en un
principio decidí centrarme en que supiesen desenvolverse en situaciones
cotidianas, como: ir al médico (saber qué tipos de médico había, como pedir
cita, como ir a urgencias…), hablar con los profesores de sus hijos e hijas o
ir a la compra. Para ésto último hice uso del teatro como medio de adquisición
de conocimientos y fue muy eficaz para que entendiesen e interiorizasen mejor
los conceptos.
He descubierto que ésta cultura no es en absoluto lo
que nos cuentan y que la fortaleza de estas mujeres es tal, que saltan
cualquier barrera con tal de superarse. Es muy duro ver la realidad en la que
vive la mayoría, pero cuando se cierra la puerta de la clase y el ambiente se
vuelve cálido y familiar, se relajan, hablan de lo que quieren sin miedo a ser
juzgada y muestran su interés por aprenderlo todo. La mayoría van a clase con
sus hijos (si estos son menores de tres años), con lo que has de estar
pendiente de ellas y de entretener a los niños (con actividades lúdicas y de
aprendizaje) para que las madres pudiesen aprender y atender, sin estar
pendientes de los niños.
(Grupo reducido durante la clase de español)
Sin duda, la motivación (además de la confianza) es el componente
principal para que todo fluya, pues los aprendizajes son muy lentos y los
resultados se van viendo muy a poco a poco, con lo que hay que persistir y
mostrar lo listas que son y el esfuerzo que hacen en cada momento. Hemos de
tener en cuenta que éstas mujeres llevan (la mayoría) viviendo en España más de
diez años y que en ese tiempo no han sabido hablar y entender nada de español,
y las limitaciones y aislamiento que ello ha conllevado ya que tareas tan
simples como leer una carta, encontrar una calle, salir fuera de casa o hacer
la compra (solas) les ha sido imposible. Las mujeres de mayor edad me contaban
que en Marruecos no pudieron ir a la escuela porque las personas que vivían en
los pueblos debían caminar horas para llegar a estas y que se quedaban en su
casa haciendo las tareas del hogar, con lo que hay muchas que son analfabetas
en su propia lengua.
Su generosidad y respeto está siempre presente.
Cuando comienzan las clases nos damos tres besos y los buenos días y cuando
terminan nos agarramos todas y nos damos las gracias por haber ido y por
habernos escuchado, pues la escucha está siempre presente y en el momento en
que alguna parece que se queda “atrás” es ayudada entre todas.
El pasado viernes doce de Mayo las entregué
oficialmente los diplomas (junto con las otras monitoras que hicieron lo mismo
con sus grupos), y cuando subieron al
escenario a recogerlos, me agarraron con fuerza como si ese vínculo que
habíamos formado día a día estuviese a punto de romperse, y sinceramente me
sentí desorientada al pensar que tan solo queda una clase, la última en la que
veré a las que han sido mi familia en estos últimos meses.
(Fotografía tomada el día de la entrega de diplomas)
Os aseguro que aunque os parezca exagerado, me han
dado una gran lección de vida y es que por lo general los europeos nos
consideramos las personas más íntegras y cabales cuando no es así. Me han
enseñado que cuando menos tienes más valoras la vida y tienes más capacidad de empatía y de amor hacia todo.
Me han enseñado que el mejor regalo es entregar tu tiempo a alguien que te
valora y te hace feliz, como ellas, y que por desgracia (en este caso) una sola
de estas mujeres es capaz de hacer en un solo día una cantidad de cosas
impensables para nosotros.
(Acto en el Parque del Retiro llevado a cabo por la alcaldesa de Madrid, sobre ApS)
(Ponencias de los profesores de las universidades de la Comunidad de Madrid en el Parque el Retiro, hablando del proyecto ApS)
Lo más curioso es que su cultura, a la que tanto se
critica en Europa, no dista tanto de la nuestra y que costumbres como el
Ramadán sería un equivalente a nuestras navidades o que hay muchas similitudes
entre “su dios” y el nuestro. Por otro lado, hemos hecho varios debates sobre
temas diversos y con respecto a la igualdad, ellas me preguntaron: “¿Es
igualdad que aquí en España los maridos asesinen a sus mujeres y no se tomen
medida más duras? o ¿Es igualdad que las mujeres que vistan con ropa corta sean
perseguidas y silbadas en la calle? y ¿Es igualdad que si estás embarazada
puedan no contratarte o echarte a la calle? ¿Es igualdad que tenga que quitarme
el pañuelo si yo quiero llevarlo?” Todo esto me hizo darme cuenta de la razón
que llevan y de que nuestra prepotencia nos ha llevado a pensar de manera
irrefrenable que todos han de imitarnos, por ser un país subdesarrollado en vez
de tratar de cambiar este tipo de situaciones.
Y antes de finalizar he de poner de manifiesto mi
cabreo e indignación ante un suceso desagradable que ocurrió durante una de las
últimas excursiones realizadas este año, en la que se fue a uno de los parques
de Madrid. Resultó que la persona encargada de dejar pasar a la gente dentro de
dicho parque, no solo puso impedimentos en un principio (al ver que más de
cincuenta mujeres con pañuelo y con sus hijos iban allí de excursión) sino que
además, una vez dentro (las mujeres) llamó a la policía sin motivo alguno. Este
tipo de situaciones ocurre a menudo, con lo que no comprendo que presumamos de
ser “modernos” y “desarrollados”, cuando hay personas que se siguen creyendo
más que otras por nacer en un lugar u otro.
Puede resultar anecdótico pero los Lunes y Miércoles
(días en que estaba con ellas), mis sueños eran muy similares, tranquilizadores
y reveladores. Era como si la continuidad no desapareciese nunca y es que
realmente así es, las tengo en mi mente constantemente. Las conté lo que
hacíamos con los talleres de sueños en la universidad y las pareció algo
fascinante pues, ellas no consideran que los sueños solo sean eso, sino que todo
está relacionado y que hay que buscarle un por qué a cada cosa que ocurra en ellos.
Finalmente os diré que dos compañeros y yo
presentaremos en las Jornadas Doctorales este proyecto y que estáis invitados
a saber más sobre él, y hacer las preguntas que queráis, éstas se celebrarán la
última semana de Mayo.
Una vez más gracias por leernos y espero que os haya
gustado esta entrada.
Cristina Díaz Pescador
Cristina gracias por compartir, enhorabuena por el trabajo y hermosísimo lo que relatas de la experiencia. También preocupante y revelador de lo mucho que nos queda por recorrer en este país
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